Mi querido pueblo
La mañana nunca había
sido tan simple e inoficiosamente normal.
Mientras las mujeres
lavan la ropa con sus gruesos brazos, el niño y el joven juegan con su balón de
cuero humano.
Los viejos fuman la
pipa olvidada de la paz, la cual su llamarada, ni el fuerte viento del invierno
puede apagar.
¡Pobres lluvias! No
pueden apagar ni siquiera la alegría que se esconde en los labios morados.
Las jóvenes se visten
de gala y se olvidan de sus pies descalzos ¿para qué recordar lo que ya no
importa?
Mi general seguimos
jodidos y la mierda no adquiere todavía ningún valor, todavía sigue en las
calles, en las casas y en los lugares de donde algún día se hablara de su
valor. Mi general aun sigue viva y trabajando en temporada.
Esta mañana fresca y
simple pronto acabará; ya vendrá el fuerte calor de la tarde; sudaran los
viejos y llorarán las madres por sus hijos sin amaneceres.
Robin Nelson Muñoz
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